
El Gobierno de Nicaragua entregó al estatal Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) el monasterio que pertenecía a las monjas trapenses que abandonaron el país centroamericano hace dos meses «por motivos de la Orden», informaron este miércoles las religiosas.
«El 1 de marzo se presentó ante Migob (Ministerio de Gobernación de Nicaragua) la escritura de cierre voluntario y el 3 de marzo se presentaron las autoridades del Gobierno para informar verbalmente, a nuestro obispo (monseñor Marcial Guzmán), que ya no podían ir al monasterio, y que ahí funcionaría el INTA», aseguraron las monjas trapenses en una declaración pública.
El monasterio de las monjas trapenses está ubicado en el municipio de San Pedro de Lóvago, departamento de Chontales, centro de Nicaragua.
Antes de irse de Nicaragua, las religiosas entregaron el convento, monasterio y los bienes e inmuebles a la diócesis nicaragüense de Juigalpa, que administra los departamentos de Chontales y Río San Juan, y está a cargo de monseñor Marcial Guzmán Saballos, mientras completaban el proceso de cierre voluntario de su personalidad jurídica ante el Ministerio de Gobernación.
Sobre la liquidación del patrimonio de los organismos, la cartera de Gobernación ha explicado que corresponde proceder de oficio a la Procuraduría General de la República con el traspaso de bienes muebles o inmuebles a nombre del Estado de Nicaragua, excepto a los que solicitaron la disolución voluntaria.
Sobre el caso de los bienes de las monjas trapenses, el Estado de Nicaragua no se ha pronunciado de manera oficial.
VAN A COMENZAR DE NUEVO Y DE CERO EN PANAMÁ
«En Panamá fuimos acogidas con gran cariño y generosidad y el Señor nos llama a comenzar de nuevo y de cero. Estamos buscando un lugar donde empezar a construir el nuevo monasterio Santa María de la Paz, en continuidad con las insondables gracias vividas en Nicaragua, a cuyo pueblo siempre llevamos en nuestro corazón y oración», continuaron las hermanas trapenses.
En febrero pasado, las monjas trapenses explicaron que dejaban voluntariamente Nicaragua «por motivos de la Orden, falta de vocaciones, ancianidad de varias hermanas».
Esa decisión fue tomada una semana después de que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, calificara de «mafia» a los sacerdotes, obispos, cardenales y al papa Francisco.
Las monjas trapenses pertenecen a la Orden monástica católica OCSO, por su nombre en latín (Ordo Cisterciensis Strictioris Observantiae), bajo la regla de San Benito, y tenían el monasterio Santa María de la Paz, en el municipio de San Pedro de Lóvago, centro de Nicaragua.
Desde Hinojo, Argentina, las hermanas trapenses llegaron a Nicaragua el 20 de enero de 2001.
Las monjas trapenses se convirtieron en el segundo grupo de religiosas que dejaron Nicaragua.
Las primeras fueron 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta, que dejaron Nicaragua en julio del 2022 después de que la Asamblea Nacional (Parlamento), bajo el control de los sandinistas, y a petición del Ejecutivo, les cancelara su personalidad jurídica.
Las relaciones del Gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia católica viven ahora momentos de gran tensión, marcadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, o la prohibición de actividades religiosas.
Ortega ha llamado «mafia» a sacerdotes, obispos, cardenales y al papa Francisco, quien ha tildado de «dictadura grosera» al Gobierno sandinista y ha señalado «un desequilibrio de la persona que dirige» el país centroamericano, uno de los más pobres del continente.
Con un 58.5 % de feligreses, la Iglesia católica es la más seguida en Nicaragua, según los datos oficiales.