Con una labor silenciosa pero efectiva por décadas, los migrantes originarios de El Cubulero en los Estados Unidos, se han convertido en el brazo solidario de este pueblo, donde la vida de sus habitantes transcurre bajos los designios de las severas sequías del verano y las portentosas inundaciones del río Goascorán en tiempos de invierno.

Conformados en tres grupos de apoyo: Promecub, Las Estrellas del Sur y FC Cubulero, recaudan fondos con actividades sociales para resolver las emergencias personales y proyectos puntuales de infraestructura en la tierra que los vio nacer.

La red de buenos corazones, con sede en Virginia, se extiende por toda la Unión Americana tocando puertas a donde quiera que viva un paisano interesado en colaborar sin ánimo de lucro y con el único deseo de servir a su pueblo.

El liderazgo, la unidad y la capacidad de trabajo en equipo de este grupo es tan impresionante que desde hace más de una década celebran su feria tradicional en esta poderosa ciudad del este de los Estados Unidos, con el fin de mantener las tradiciones autóctonas y recaudar fondos entre el resto de sus vecinos del municipio de Alianza y de la comunidad hondureña en general.

Al mismo tiempo, promueven todo tipo de eventos sociales a lo largo del año, con el fin de mantener la hermandad entre ellos y capitalizar los nuevos proyectos que van identificando con el grupo enlace en El Cubulero, que también dedica jornadas extenuantes ad honorem para que las actividades se lleven a cabo con transparencia y calidad.

De este modo, han logrado construir casas para los más necesitados, han brindado asistencia monetaria en casos de calamidad doméstica, en especial en tiempos de inundaciones, enfermedades y accidentes. Han donado laboratorios de computación para el centro educativo, ambulancia, reparaciones en el centro de salud y el centro comunal, alumbrado público, gastos fúnebres, reparaciones de canchas y uniformes para equipos de fútbol y hasta un parque infantil.

En estos momentos, desarrollan diversas actividades sociales y religiosas de Semana Santa, incluyendo la ampliación de la cerca perimetral del parque y la construcción de una galera para usos múltiples en el embarcadero, usado por los pescadores locales para sus faenas en el Golfo de Fonseca.

Es una labor titánica diaria, a veces incomprendida, que sumado a las remesas que envían puntualmente a sus familiares, mantienen en pie a esta comunidad, cuyas actividades económicas principales dependen del agro, la pesca, el comercio, muy vulnerables al cambio climático.

La comunidad migrante se han unido también al reclamo cotidiano de los pobladores, para que el gobierno construya las obras de mitigación en el río Goascorán, como lo prometió la Presidenta Xiomara Castro, en octubre del año pasado, cuando visitó la zona inundada, tras el paso del huracán Julia.

En toda esta permanente cruzada solidaria, la clave del éxito de estos héroes anónimos ha sido siempre evitar mezclar aspectos políticos y religiosos con su trabajo altruista, pensando siempre en el bienestar de su comunidad que los aprecia y valora su esfuerzo.