Una de las grandes cuestiones relativas al covid es la dificultad a la hora de distinguir sus síntomas de los que acompañan a la gripe o el catarro común. Algunos de ellos han sido más aparatosos con pasadas variantes, como la pérdida de gusto u olfato, que ha ido apareciendo y desapareciendo de las listas de síntomas con la evolución de la enfermedad.
Es un hecho que los contagios han aumentado con la prevalencia de la BA.5, y que la presencia de contagios por BQ.1 y XBB crece día a día. Se trata de mutaciones más contagiosas que sus predecesoras; el porcentaje se ha fijado en un 30% más, en el caso de la BQ.1 y la XBB, presentes ya en 65 países. En cuanto a la incidencia, se ha pasado de 800 casos cada 100.000 habitantes a principios de octubre a 1.900 a finales del pasado mes.
Con la campaña de vacunación en marcha, hay que estar especialmente vigilantes con esos síntomas que pueden indicar un posible contagio; de hecho, sí aparecen tres de ellos fuertemente relacionados con los últimos linajes identificados de ómicron, según el inmunólogo y catedrático Alfredo Corell: pérdida de apetito, afonía y taquicardia.
Ninguno de los tres síntomas eran comunes con las variantes previas de ómicron, ni tampoco con sus antecesoras de otras denominaciones. Sí se comparten con otras afecciones síntomas como congestión nasal, tos seca, dolores musculares, cefaleas y fiebre.
Las autoridades sanitarias insisten igualmente en la conveniencia de abordar una vacunación conjunta frente a covid y gripe, sobre todo en personas mayores de 60 años y los menores de esa edad que presenten enfermedades crónicas. El objetivo, aunque estas nuevas mutaciones puedan escapar a la protección total de la vacuna, es que el desarrollo de la enfermedad sea más leve, si finalmente se produce el contagio.