
De aquí a final de año, se prevé que el descenso de los precios de los alimentos será el más acelerado desde inicios de la pandemia, según el reporte “Perspectivas de los mercados de productos básicos” de abril del Banco Mundial.
No obstante, se estima que la caída de los precios no brindará demasiado alivio a los casi 350 millones de personas de todo el mundo que sufren inseguridad alimentaria. Si bien se prevé que los precios de los alimentos caerán un 8 por ciento en 2023, serán los segundos más altos desde 1975, dijo el organismo.
Además, desde febrero de este año, la inflación anual de los precios de los alimentos se ubica en un 20 por ciento en todo el mundo, el porcentaje más alto de las últimas dos décadas, reseñó.
“El alza de los precios de los alimentos y de la energía, luego de la invasión de Rusia a Ucrania pudo superarse, en gran medida, gracias a la desaceleración del crecimiento económico, a un invierno moderado y a las reasignaciones en el comercio de productos básicos”, afirmó Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo.
Pero de poco sirve “para los consumidores de muchos países. En términos reales, los precios de los alimentos seguirán manteniéndose en uno de los niveles más altos de las últimas cinco décadas”. Los gobiernos deben evitar aplicar restricciones comerciales y proteger a sus ciudadanos más pobres mediante programas de apoyo a los ingresos, en lugar de establecer controles de precios, recomendó.
En general, se prevé que, en 2023, los precios de los productos básicos disminuirán un 21 por ciento respecto del año pasado. Asimismo, según las proyecciones, los precios de los fertilizantes caerán un 37 por ciento, lo que representa la mayor baja anual desde 1974.
Ayhan Kose, economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, proyectó que “la caída de los precios de los productos básicos del año pasado ha ayudado a reducir la inflación general en todo el mundo”.
Pero los bancos centrales deben estar atentos, ante una eventual oferta de petróleo inferior a la prevista, una recuperación de China más centrada en los productos básicos, una intensificación de las tensiones geopolíticas o condiciones climáticas desfavorables, porque podrían impulsar los precios al alza y reavivar las presiones inflacionarias, alertó.