PARÍS.- Presionados por los Estados Unidos de Donald Trump, los 27 dirigentes de la Unión Europea (UE) se reunieron este viernes en Budapest para estudiar la forma de acelerar la competitividad y preservar la defensa del bloque. Uno de los ejes principales de reflexión fue la eventual puesta en marcha de un plan de reformas de largo alcance, inspirado en el informe del expresidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi.
Las maniobras comenzaron en realidad el jueves, cuando el primer ministro húngaro Viktor Orban, presidente rotativo de la UE, acogió en Budapest la quinta cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), que reúne a 47 países del continente.
Al día siguiente de la victoria de Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el Viejo Continente, entre la espada y la pared, hizo enormes esfuerzos para mostrar unidad frente a las amenazas que representa el “come-back” del futuro ocupante de la Casa Blanca. Dos dirigentes no estaban presentes: el español Pedro Sánchez, debido a las tremendas inundaciones en su país, y el alemán Olaf Scholz, cuya coalición de gobierno estalló el miércoles. El canciller alemán se unió a sus homólogos por la noche, para una cena limitada a los 27, consagrada a un debate estratégico sobre la relación transatlántica, y para la cumbre informal del bloque este viernes, dedicada a la competitividad.
Unas ausencias aprovechadas por el ultra nacionalista Orban, que se vanagloria de ser “muy escuchado” por el futuro presidente estadounidense, y se ve como el nuevo pivote de la relación entre los europeos y Trump. Y sus socios de la UE, así como de la CPE, no tuvieron que esperar. Porque Orban, públicamente pro-Putin, anunció su intención de “hacer evolucionar la actitud de la UE de una estrategia de guerra hacia una de paz”, según su vocero Zoltan Kovacs. De paso no olvidó de expresar “sus inquietudes en cuanto a la capacidad de Europa de proseguir su apoyo militar y financiero a Ucrania sin el sostén de Estados Unidos”.