«El 95% de las personas que empiezan una dieta no la pueden terminar». Es la frase con la que arranca el libro Come sin hacer dieta de Estefanía Fernández y Victoria Lozada de la Peña. Una publicación con la que ambas nutricionistas dicen adiós a la cultura de la dieta, con una nueva forma de entender la nutrición de manera intuitiva. Es la visión por la que apuestan hoy la gran mayoría de los expertos dietistas y se debe, en gran medida, a lo negativo del mensaje que mandas a tu cerebro cuando empiezas una dieta restrictiva.
¿Qué le pasa al organismo cuando iniciamos una dieta?
«En el fondo nuestro cuerpo no entiende si nosotros estamos dejando de comer porque hay una hambruna, porque estamos en riesgo o porque se nos ocurrió que queremos bajar de peso«, comienza explicando Fran Sabal, nutricionista, trainer de PNL (programación neurolingüística) y coach.
«Tenemos que tener claro que nuestro cerebro está diseñado para sobrevivir, así que cuando él detecta algún peligro para poder hacerlo, como el hambre, por ejemplo, lo que va a hacer es retener el máximo de energía, es decir, de calorías, para tenerla disponible en caso de que tenga que atacar o huir, para así poder seguir vivo», explica. Según la experta, «todas estas restricciones hacen que nuestro cerebro entre en estado de alerta y, por tanto, detengamos nuestro sistema digestivo y tendamos más a acumular todo lo que estamos consumiendo».
Mantener una buena relación con la comida
En palabras de Fran Sabal, para mantener una buena relación con la comida es necesario volver a poner en perspectiva que alimentarnos es una necesidad básica para nuestra vida, de la misma manera que lo es dormir. Fran Sabal es gráfica al explicar que, de la misma forma que apreciamos una diferencia sustancial entre ducharnos con un gel del que emana un aroma que nos encanta y hacerlo con uno de mala calidad, así también nos tiene que ocurrir con la comida.
«Claro que podemos hacer de ese momento del aseo personal una experiencia que disfrutemos, eligiendo productos que nos encantan y que nos hacen bien», dice la nutricionista. «Lo mismo ocurre al comer y al dormir», nos cuenta: «si dormimos en una cama cómoda, vamos a descansar mejor y eso mismo sucede con la comida», apunta. «Es una necesidad biológica que nosotras podemos convertir en placentera. Sin embargo, no tiene por qué convertirse en el centro de nuestra vida», añade.