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jueves, marzo 28, 2024

El hallazgo de la imagen de la Virgen de Suyapa

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En febrero de 1747, dos agricultores oriundos de Suyapa hallaron una diminuta imagen de la Virgen, que se convertiría en la patrona de Honduras. Este año se celebra el 276 aniversario de ese acontecimiento.

La diminuta imagen de Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa fue hallada un sábado del mes de febrero de 1747 por el agricultor Alejandro Colindres y el joven Lorenzo Martínez Calona, quienes regresaban a la aldea de Suyapa, cansados de trabajar todo el día en la cosecha del maíz. Ya llevaban la mitad de la jornada cuando les anocheció. Habían llegado a la quebrada del Piligüín un buen lugar para pernoctar. Allí se acostaron en el duro suelo. 

Una revelación milagrosa

En la oscuridad de la noche, Alejandro Colindres no se percató de la imagen tallada que en repetidas veces le ocasionaba molestias al disponerse a colocar su cabeza sobre el yagual que los labriegos antes terciaban alrededor de su cintura para múltiples usos y que en casos de esta naturaleza utilizaban como almohada. Lo que él consideró esa noche como un estorbo para poder dormir, lo guardó en su alforja y a la mañana siguiente se la entregó a su madre Ana Caraballo y a su hermana Isabel Colindres. 

El relato que hizo Alejandro del hallazgo se consideró como una revelación milagrosa como la que había experimentado en el Tepeyac el indígena mexicano Juan Diego con la Virgen de Guadalupe y en la aldea circuló la noticia como la portentosa bendición de Dios a los habitantes del poblado.

La imagen

Pequeña, de apenas seis y medio centímetros de alto, la imagen de la Inmaculada Concepción de María, tallada en madera de cedro, cabía en la mano del niño Lorenzo. En su mirada angelical se refleja la nobleza de la raza indígena.  Es morena, de rostro ovalado, mejillas redondeadas, y su lacia cabellera le llega hasta los hombros. La imagencita tiene sus diminutas manos unidas en actitud de oración. El color original de su vestidura es el rosa pálido, que apenas se deja ver por estar totalmente cubierto por un manto oscuro tachonado de estrellas doradas y adornado con valiosas alhajas. 

Los Colindres eran una familia de un profundo sentimiento religioso. Colocaron la imagen en una mesita, adornada con flores naturales renovadas diariamente. Sentían una gran veneración a la Inmaculada. Luego la pasaron a una pequeña habitación acondicionada como capilla. Por más de veinte años le rindieron un culto familiar, sencillo y sincero en la casa de los Colindres. La visitaban con frecuencia, le ofrecían sus trabajos, le confiaban sus preocupaciones y necesidades.

Costumbre de la aldea

Los habitantes de la aldea también le tenían mucho cariño. Cuando alguno enfermaba solían llevar la imagen a la casa del enfermo para que la Virgen lo visitara.

Un día enfermó don José de Zelaya. Un militar importante, dueño de la hacienda “el Trapiche”, situada como a un cuarto de legua de la aldea. En realidad, ya estaba enfermo desde hacía tiempo y sufría mucho a causa de unos cálculos renales. Isabel Colindres sabía de su enfermedad y le mandó un recado diciéndole que, si quería, podía enviarle la imagen de su Virgen.

Don José aceptó y trajeron a la Virgen en una especie de procesión. Al llegar, el enfermo, fervoroso y contrito, le pidió su curación y le prometió construirle a cambio una ermita. Tres días después el Señor Zelaya arrojó por vía urinaria las tres piedras que eran el tormento de su vida. Esto ocurrió en el año de 1768. 

La imagen de la Virgen de Suyapa permaneció 21 años en el altar de la familia Colindres, hasta que en 1768 se acreditó ese primer milagro Luego de su primer milagro, la familia Colindres comenzó a recaudar fondos para construir una capilla, que fue completada en 1777. En 1925, el Papa Pío XI la declaró Patrona de Honduras bajo el título de Nuestra Señora de Suyapa y declaró el 3 de febrero como su día festivo. En la década de 1950 se construyó una gran basílica próxima a la capilla, nombrada Basílica de Suyapa. 

La Virgen también ha sufrido robos en dos ocasiones, las dos veces recuperada. La primera ocurrió en 1936, cuando una enferma mental la llevó a su casa. Y la segunda el 1 de septiembre de 1986, siendo encontrada al día siguiente envuelta en hojas de periódico en el baño de hombres de La Terraza de Don Pepe —un restaurante en el centro de la capital—, y despojada de su traje con oro y plata y de su corona.

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