Bajo un ambiente de auténtica tristeza fue despedido y enterrado el cuerpo del pequeño José Isaí Córdova Salinas, quien murió trágicamente al explotarle un mortero que recogió de la calle, la madrugada del 25 de diciembre, en plena celebración de Navidad.
Ayer en la mañana, la impotencia embargaba a familiares, vecinos y amigos del infortunado niño, quienes llegaron hasta un camposanto sampedrano para darle el último adiós.
TRISTE TRAGEDIA
Fue una triste tragedia por la fuerte explosión y las graves heridas sufridas. Según relatos de testigos, el estallido fue tan fuerte que cercenó de tajo un brazo y desgarró el pecho y rostro del inocente niños de nueve años de edad.
Posteriormente, los restos del infante fueron llevados a la morgue de San Pedro Sula, Cortés, y posteriormente retirados por sus familiares.
Ayer tras un humilde velatorio, el féretro fue trasladado al cementerio “Los Laureles”. Docenas de personas y conocidos acompañaron a la desconsolada madre de José Isaí.
Mientras, varios hombres excavaban la sepultura, algunas personas escucharon el llanto desgarrador de la descontrolada mujer que se negaba a que el cuerpo de su vástago fuese depositado en la fosa.
“¡Ya no te voy a ver, papá!, ¡ya no te voy a ver!”, lamentaba Claudia Hernández, madre del niño.
“¡Dios mío, dame fuerzas!”, gritaba la mujer al ver el cuerpecito de su ser querido dentro del ataúd, listo para ser sepultado.
EXTRAÑARÁN SU ALEGRÍA
A la triste escena del entierro del pequeño también llegaron miembros de la congregación religiosa a la que asistía José Isaí y su familia. Los feligreses recordaron que el niño era muy alegre y colaborador.
Recordaron que el infante iría a una reunión especial donde compartiría con sus amiguitos en la conmemoración del nacimiento de Jesús.
Sin embargo, el momento de comunión y armonía se empañó debido a la tragedia acontecida en los bordos de la colonia Guadalupe.
REGRESABA DE COMPRAR
Las angostas calles de esa colonia ya no serán las mismas, porque el pequeño José Isaí ya no las recorrerá para ir a hacer mandados de su madre o simplemente para jugar alegremente con sus amiguitos.
Algunos vecinos que presenciaron la desgracia, contaron que la tragedia sucedió cuando el niño regresaba de comprar un refresco en la pulpería.
En el trayecto, el menor encontró tirado en la calle un mortero grande de pólvora, conocido popularmente como “tumbacasas”, por su alto poder destructivo.
En un acto de inocencia, lo levantó, abrazándolo contra su cuerpo y le explotó, provocándole la muerte.