Para ser finalista de la Copa Libertadores, ¿hay que convertirse en sociedad anónima? Botafogo y Atlético Mineiro, que pelearán por el título el sábado en Buenos Aires, podrían decir que sí, pero sus transformaciones de clubes de fútbol a empresas conllevan riesgos.
El camino hacia ese modelo, bien implantado en Brasil y ahora debatido en Argentina, fue distinto pero motivado en ambos casos por deudas escalofriantes: 189 millones de dólares al cambio actual para el Fogão en 2022 y 360 millones para el Galo en 2023.
«El éxito llegó antes de lo que imaginábamos», dijo recientemente John Textor, el polémico dueño del cuadro de Rio de Janeiro.
Propietario de un conglomerado de combinados, incluido el Olympique de Lyon, castigado en Francia por su alto endeudamiento, el magnate estadounidense cambió el rostro del elenco de Garrincha, que estaba en segunda división el año anterior a su venta.
Textor se hizo con el 90% de las acciones tras comprometerse a invertir 70 millones de dólares al cambio actual hasta 2025. Desde entonces, Botafogo se tornó en el caso deportivo más exitoso de las Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF) en Brasil.
– Modelo «arriesgado» –
La temporada pasada estuvo cerca de ganar la liga, que no conquista desde 1995. Esta temporada puede firmar un doblete histórico: Brasileirao -pelea la punta con Palmeiras, a falta de tres jornadas- y su primera Libertadores.
El buen andar tiene que ver en parte con la inversión de más de 70 millones de dólares en fichajes este año, un valor exorbitante para Sudamérica.
Con ese dinero contrataron al campeón mundial argentino Thiago Almada y al internacional brasileño Luiz Henrique.
«Botafogo era prácticamente un club quebrado. La SAF hizo posible transformar la gestión fuera y dentro del campo», dijo el economista Cesar Grafietti, de la consultora Convocados.
«Aunque el modelo de negocio es bastante arriesgado», agrega. Se basa en «comprar jugadores teóricamente baratos, intentar ser campeón y después venderlos. Pero si no logra venderlos, queda con una deuda muy grande».
Los cariocas esperan cerrar 2024 con una reducción de unos 86 millones de dólares en su pasivo.
Tanto Botafogo como Mineiro pudieron cambiar sus rumbos luego de que el Congreso aprobara en agosto de 2021 la ley de las SAF, que permitió que los clubes pasaran a ser empresas tras operar durante un siglo como asociaciones sin ánimo de lucro.
La legislación abrió de esa forma una hoja de ruta para rescatar a instituciones futbolísticas en aprietos financieros. Lo hizo a pesar del recelo de hinchas, temerosos de que sus equipos perdieran valores históricos o cayeran en manos equivocadas.
En Argentina, sede de la final de la Libertadores, las sociedades anónimas han sido un propósito del presidente ultraliberal Javier Milei.
La idea, que causa escozor debido al hondo arraigo social de los argentinos con sus clubes, tuvo un revés simbólico el sábado en Asunción.
Ese día, Racing de Avellaneda, club fundado en 1903, ganó su primera Copa Sudamericana al vencer 3-1 a una SAF, el Cruzeiro, archirrival del Mineiro en Belo Horizonte.
– «Del infierno al purgatorio» –
A diferencia del Glorioso, el Galo quedó en manos de un pequeño grupo de millonarios de Belo Horizonte que prestó millones durante años en condiciones muy favorables para el equipo de sus amores.
Parte de los préstamos de estos «mecenas», como se les conoce en Brasil, se convirtieron en acciones cuando compraron la SAF en octubre de 2023, casi dos años después de que los albinegros ganaran, con su dinero, su primera liga en medio siglo.
Antes de tornarse en sociedad anónima, ficharon a estrellas como Hulk, Paulinho y Diego Costa.
«La SAF es un elemento caído del cielo para reconstruir», dijo el empresario Rubens Menin, máximo accionista del Galo, al portal Globo Esporte en julio.
«Salimos del infierno y llegamos al purgatorio», añadió, en referencia a la situación del club, que fue el más endeudado de Brasil.
La mejora del Mineiro, según Grafietti, está relacionada con la posibilidad de sanear deudas dadas a las SAF (ya redujo USD 120 millones), y no a un cambio institucional, pues sigue en manos de los «mecenas».
«La sostenibilidad (de Mineiro y Botafogo) solo se validará dentro de tres o cuatro años, si consiguen mantener un nivel de ingresos que les permita no necesitar continuamente de inyecciones de capital», afirma el experto.