Este caso ha generado una gran controversia en Maldivas, poniendo de relieve las tensiones crecientes entre la población local y los inmigrantes, particularmente en el contexto de la “Operación Kurangi”, una campaña dirigida a la deportación de inmigrantes en situación irregular. La detención de Arafat Hussain, un inmigrante bangladesí acusado de cocinar y vender carne de gato, ha provocado una fuerte reacción tanto de la ciudadanía como de las autoridades.
La situación ha sido utilizada para resaltar la preocupación sobre las condiciones en las que los inmigrantes, que representan aproximadamente el 26 % de la población, viven y trabajan en Maldivas. Los comentarios de figuras como el clérigo Sheikh Ali Zaid y el ministro del Interior, Ali Ihusaan, subrayan la creciente hostilidad hacia los inmigrantes, que son vistos como responsables de problemas de salubridad y violaciones a las normas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otros organismos internacionales ya han expresado preocupación por el aumento de sentimientos xenófobos en el país, lo cual se ve exacerbado por esta operación que ha deportado a 2,000 personas hasta ahora. El caso de Hussain, aunque aislado, se ha convertido en un símbolo de la creciente animosidad y los desafíos que enfrenta la población migrante en un país que depende del turismo pero que lucha con problemas estructurales como el tráfico de personas y la explotación laboral.
