
Desfondado por las lesiones, por la acumulación de partidos, por la insoportable carga de minutos en muchos de sus futbolistas, el Atlético de Madrid sometió a la Real Sociedad mientras le duró la fuerza, hasta mediado el segundo tiempo, cuando su oponente reaccionó con el 1-1 de Oyarzabal, pero del que se rehizo después, con un penalti transformado por Antoine Griezmann al borde del final para restablecer la victoria (2-1).
Un triunfo agónico, en el minuto 89 por la mano de Carlos Fernández sobre un disparo del propio internacional francés, cuando menos lo esperaba el conjunto rojiblanco, mejor durante una hora que su adversario, peor después y, de repente, ganador entre su visible fatiga para tomar rumbo al parón de selecciones con cinco triunfos consecutivos, cuatro de ellos en LaLiga. Y una racha de catorce en el Metropolitano, que lo lanza hacia arriba.
Un giro de guion final para el Atlético y para la Real Sociedad, que también reclamó un penalti por una mano de Álvaro Morata, aún con 1-0 en contra, que el árbitro, Munuera Montero, no percibió para la pena máxima, y que se dejó su racha de cuatro triunfos seguidos, tres en el campeonato, cuando se sentía más armado, más fuerte, que el equipo rojiblanco, cuyo desgaste dimensiona aún más un triunfo de este calibre.